La Ciencia del Mirar-Ver
por Michael Rice
Traducción de Monica D. Reynoso-Gaute

Para empezar a entender el potencial de la Bio-Arquitectura en términos de salud y bienestar, tiene sentido explorar cómo el cerebro y el sistema nervioso responden a los estímulos desde afuera y desde adentro de nuestro entorno. La vista es uno de nuestros principales sentidos dado que es, por lo general, el vehículo predominante para nuestra experiencia del espacio físico, por lo menos inicialmente.
Podemos definir la percepción como el proceso de lograr consciencia o entender el medio ambiente organizando e interpretando la información sensorial. Toda percepción involucra señales en el sistema nervioso. Cómo percibimos el espacio a nuestro derredor inicia una respuesta fisiológica que es parte de un proceso holístico que puede generar sentimientos de relajación, alegría y un sentido general de confort. También puede crear estrés, discordancia y un sentido de incomodidad, especialmente si el espacio es visualmente discordante.
En los años recientes ha surgido un campo de estudio sumamente interesante llamado neuroestética, que pretende combinar la investigación neurológica con la estética investigando la experiencia de la belleza y el aprecio al arte y otros estímulos visuales a nivel de las funciones cerebrales y de los estados mentales. Los investigadores en este campo emergente combinan los principios de la psicología de la percepción, la biología evolutiva y el potencial neurológico y la anatomía funcional del cerebro para abordar la interpretación y el significado de la belleza que pueden subyacer la esencia del arte y la arquitectura.
Se ha dicho que la belleza está en (o se la percibe a través de) los ojos del que la contempla y es aquí, con este órgano extraordinario de percepción que empezaremos nuestro viaje al mundo del Mirar-Ver. En esencia, el ojo detecta la luz y la convierte en impulsos electroquímicos en el cerebro. Recoge la luz proyectada y reflejada desde el entorno, regula su intensidad a través del diafragma del iris y la enfoca mediante un ensamble de lentes flexibles y la pasa a las células de la retina en la parte posterior del ojo.
Podemos definir la percepción como el proceso de lograr consciencia o entender el medio ambiente organizando e interpretando la información sensorial. Toda percepción involucra señales en el sistema nervioso. Cómo percibimos el espacio a nuestro derredor inicia una respuesta fisiológica que es parte de un proceso holístico que puede generar sentimientos de relajación, alegría y un sentido general de confort. También puede crear estrés, discordancia y un sentido de incomodidad, especialmente si el espacio es visualmente discordante.
En los años recientes ha surgido un campo de estudio sumamente interesante llamado neuroestética, que pretende combinar la investigación neurológica con la estética investigando la experiencia de la belleza y el aprecio al arte y otros estímulos visuales a nivel de las funciones cerebrales y de los estados mentales. Los investigadores en este campo emergente combinan los principios de la psicología de la percepción, la biología evolutiva y el potencial neurológico y la anatomía funcional del cerebro para abordar la interpretación y el significado de la belleza que pueden subyacer la esencia del arte y la arquitectura.
Se ha dicho que la belleza está en (o se la percibe a través de) los ojos del que la contempla y es aquí, con este órgano extraordinario de percepción que empezaremos nuestro viaje al mundo del Mirar-Ver. En esencia, el ojo detecta la luz y la convierte en impulsos electroquímicos en el cerebro. Recoge la luz proyectada y reflejada desde el entorno, regula su intensidad a través del diafragma del iris y la enfoca mediante un ensamble de lentes flexibles y la pasa a las células de la retina en la parte posterior del ojo.
La retina contiene dos tipos principales de células foto-receptoras sensibles a la luz utilizadas para la visión: las varillas y los conos, así llamados por su forma. En esencia, las varillas responden a la luz y a la oscuridad pues contienen un pigmento químico sensible a la baja intensidad de luz. Los conos son responsables de la visión a colores, de la diferenciación y la profundidad de la percepción y pueden recibir y responder a distintas frecuencias de luz.
Cuando la luz toca los pigmentos en las células nerviosas de la retina (que son consideradas parte del sistema nervioso central), ocurren las reacciones químicas, disparando una cascada de señales eléctricas que viajan a lo largo de los fibras-filamentos hasta que llegan a las células y conectan con otros químicos que están almacenados en los pequeños bio-contenedores celulares llamados vesículas. En este punto, los químicos en estos saquitos son liberados a los espacios intersticiales entre las neuronas cerebrales. Así es como se transforma la luz reflejada en señal eléctrica que salta de una célula nerviosa a la otra, distribuyéndose a las muchas regiones del cerebro.
La ruta de distribución primaria para este proceso de percepción se llama tracto óptico y se asemeja a una gran estructura tipo cable que vincula los ojos al cerebro, vía un punto de cruce (quiasma óptico) que permite que partes de ambos ojos que se ocupan del campo visual derecho sean procesadas en el sistema visual izquierdo del cerebro y viceversa. Desde aquí las señales son retransmitidas a una estación conmutadora en la raíz cerebral y finalmente llevadas a la parte del cerebro que gobierna la visión, llamada el lóbulo occipital.
Cuando la luz toca los pigmentos en las células nerviosas de la retina (que son consideradas parte del sistema nervioso central), ocurren las reacciones químicas, disparando una cascada de señales eléctricas que viajan a lo largo de los fibras-filamentos hasta que llegan a las células y conectan con otros químicos que están almacenados en los pequeños bio-contenedores celulares llamados vesículas. En este punto, los químicos en estos saquitos son liberados a los espacios intersticiales entre las neuronas cerebrales. Así es como se transforma la luz reflejada en señal eléctrica que salta de una célula nerviosa a la otra, distribuyéndose a las muchas regiones del cerebro.
La ruta de distribución primaria para este proceso de percepción se llama tracto óptico y se asemeja a una gran estructura tipo cable que vincula los ojos al cerebro, vía un punto de cruce (quiasma óptico) que permite que partes de ambos ojos que se ocupan del campo visual derecho sean procesadas en el sistema visual izquierdo del cerebro y viceversa. Desde aquí las señales son retransmitidas a una estación conmutadora en la raíz cerebral y finalmente llevadas a la parte del cerebro que gobierna la visión, llamada el lóbulo occipital.
Esta breve descripción de la anatomía del ojo y cómo la luz de un objeto inicia las señales eléctricas y químicas, creando una imagen en nuestra consciencia es tan solo parte del proceso de percepción. La percepción general está configurada por el aprendizaje, la memoria y la expectativa, y depende de muchas funciones complejas del sistema nervioso que ocurren principalmente fuera de nuestra mente consciente. Por ejemplo, antes de reconocer un objeto, nuestros ojos solamente ven pedacitos del mismo, en efecto presentando filos contrastantes y líneas de formas geométricas. No hay suficiente información disponible para hacer una línea continua, pero el cerebro hace un trabajo asombroso al conectar los puntos y las líneas y llenando los vacíos.
Durante el proceso, otras partes del cerebro están activa y rápidamente buscando compaginar la información con los patrones memorizados y almacenados, y cuando hay resonancia, el enlace se enciende y re-conocemos (volvemos a conocer) lo que estamos mirando. Dependiendo del patrón elegido, las distintas partes del cerebro se encienden, el flujo de sangre aumenta, se forman y se utilizan las proteínas, se liberan y distribuyen las sustancias químicas y las neuronas disparan señales unas a otras.
Durante el proceso, otras partes del cerebro están activa y rápidamente buscando compaginar la información con los patrones memorizados y almacenados, y cuando hay resonancia, el enlace se enciende y re-conocemos (volvemos a conocer) lo que estamos mirando. Dependiendo del patrón elegido, las distintas partes del cerebro se encienden, el flujo de sangre aumenta, se forman y se utilizan las proteínas, se liberan y distribuyen las sustancias químicas y las neuronas disparan señales unas a otras.
Las caras son reconocidas por una parte del cerebro (el área fusiforme que corresponde a la cara) y los objetos por otra. Las imágenes en vivo del cerebro observadas mediante aparatos escaneadores muestran actividad en áreas específicas que corresponden a la interpretación de lo que se está observando. Por ejemplo, la corteza pre-frontal del cerebro se conoce por sus funciones en la percepción de los objetos coloridos, la toma de decisiones y la memoria, pero los estudios recientes también la vinculan a la experiencia estética debido a que se la activa durante tareas, tales como determinar el atractivo del estímulo visual. La intensidad de la actividad eléctrica en esta región, específicamente el cortex lateral-dorsal prefrontal forma un pico cuando la persona observa una obra de arte bella o cuando percibimos o experimentamos un espacio armónico.
Lo muy interesante y relevante aquí es que existe una parte específica de nuestra red neuronal en el cerebro que se especializa en percibir y reconocer edificios, u otras grandes estructuras o formas que son vistas desde gamas o perspectivas limitadas. La ubicación de esta parte del cerebro está por debajo del área de lugar parahipocampal, que juega un papel importante en la codificación y reconocimiento de las escenas. Esta parte del cerebro se vuelve muy activa cuando vemos estímulos en escenas topográficas tales como estructuras físicas, paisajes citadinos y cuartos/salones o espacios cerrados.
Recientes investigaciones indican que el cerebro emplea las estructuras más grandes para mapear y definir la geometría del espacio local. Cuando observamos la escena por primera vez estamos a la vez formando una narrativa contextual del espacio mientras que también mapeamos la forma primaria en cuestión de formas, parámetros, fronteras y límites.
Lo muy interesante y relevante aquí es que existe una parte específica de nuestra red neuronal en el cerebro que se especializa en percibir y reconocer edificios, u otras grandes estructuras o formas que son vistas desde gamas o perspectivas limitadas. La ubicación de esta parte del cerebro está por debajo del área de lugar parahipocampal, que juega un papel importante en la codificación y reconocimiento de las escenas. Esta parte del cerebro se vuelve muy activa cuando vemos estímulos en escenas topográficas tales como estructuras físicas, paisajes citadinos y cuartos/salones o espacios cerrados.
Recientes investigaciones indican que el cerebro emplea las estructuras más grandes para mapear y definir la geometría del espacio local. Cuando observamos la escena por primera vez estamos a la vez formando una narrativa contextual del espacio mientras que también mapeamos la forma primaria en cuestión de formas, parámetros, fronteras y límites.
Entonces, ¿Cómo puede afectarnos la escena que vemos y experimentamos en términos de nuestro sentir de salud y bienestar? ¿Acaso encuentra algo discordante o estresante en la escena en cuanto a la forma en que nos relacionamos y respondemos a ella?
La Ciencia ha descubierto que hay un sendero en la base del cerebro que conecta la corteza visual al área del lugarparahippocampal, formando una conexión entre el lugar donde las señales retinales son recibidas al inicio y donde son ensambladas en la percepción de la imagen. En este sendero hay neuronas que expresan una mayor densidad de receptores para las moléculas tipo morfina que se llaman endorfinas. Según las investigaciones cuando la persona mira una escena natural y bella o una presentación geométrica, las neuronas del sendero narco-enriquecido se vuelven muy activas. La generación bioquímica resultante de esto representa una especie de éxtasis natural que te regala tu propio cerebro en respuesta directa a la escena que estás viendo y experimentando. Así pues, ¿qué tiene la escena que crea este efecto… y ¿acaso son los propios objetos o la disposición de ellos en el espacio?
La Ciencia ha descubierto que hay un sendero en la base del cerebro que conecta la corteza visual al área del lugarparahippocampal, formando una conexión entre el lugar donde las señales retinales son recibidas al inicio y donde son ensambladas en la percepción de la imagen. En este sendero hay neuronas que expresan una mayor densidad de receptores para las moléculas tipo morfina que se llaman endorfinas. Según las investigaciones cuando la persona mira una escena natural y bella o una presentación geométrica, las neuronas del sendero narco-enriquecido se vuelven muy activas. La generación bioquímica resultante de esto representa una especie de éxtasis natural que te regala tu propio cerebro en respuesta directa a la escena que estás viendo y experimentando. Así pues, ¿qué tiene la escena que crea este efecto… y ¿acaso son los propios objetos o la disposición de ellos en el espacio?
Trabajos interesantes realizados por los investigadores de la Universidad de Kyoto en Japón demuestran cómo la geometría del espacio, el lugar o la escena pueden sugerir una imagen placentera a nuestro subconsciente creando efectos inconmensurables en el cerebro que resultan en sentimientos de conexión, estabilidad y salud/bienestar. El estudio involucró cálculos de simetría de cinco grupos irregulares de rocas en el templo Ryoan Ji Zen y sus jardines, dispuestas y posicionadas en un mar de gravilla negra. La escena total fue diseñada para ser mirada desde el salón del templo, ubicado fuera del centro hacia el lado izquierdo del jardín. Los cálculos incluían analizar los ejes de simetría dentro y entre los grupos de roca, usando un método llamado transformación eje-medial. Al generar y revisar el patrón geométrico resultante los investigadores hicieron un descubrimiento impresionante.
Los ejes formaban la geometría fractal de un árbol, cuyo tronco atraviesa directamente el punto de vista primario del templo. El algoritmo natural de ramificación se extendía y contenía a cada uno de los grupos de rocas, en una evolución de la ciencia visual sin esfuerzo alguno. Al repetir el proceso con grupos aleatorios de rocas este patrón no se materializó. Parecería que los diseñadores de este jardín, los sacerdotes y los meditadores, pudieron colocar estos puntos de foco visual en una matriz general que directamente espejeaba una expresión natural generativa fundamental y a la cual aparentemente nuestra percepción está vinculada para efectos de reaccionar positivamente a ella.
Recuerdo estar allí sentado en ese punto especial de percepción en el jardín, sintiéndome enteramente absorto en la escena total. Había una sensación y sentido de calma y reposo exterior que produjo en mí una intensa atención infinita que parecía omnipresente y totalmente cautivadora.
Los patrones fractales, evidenciados como formas auto-semejantes que se ramifican, se ven en la naturaleza a cada nivel y escala, desde los radios atómicos, los copos de nieve, los árboles, cadenas montañosas hasta galaxias.
Los patrones fractales, evidenciados como formas auto-semejantes que se ramifican, se ven en la naturaleza a cada nivel y escala, desde los radios atómicos, los copos de nieve, los árboles, cadenas montañosas hasta galaxias.
Se encuentran en la forma y figura del cuerpo humano y se expresan en la geometría en cascada de las neuronas, los alveolos del pulmón, vasos capilares e incluso en los dobleces del cerebro mismo.
La geometría fractal a menudo utiliza la geometría infinitamente recursiva y auto-referenciadora del Phi, también llamada la Proporción de Oro o el Corte Sagrado. Esta proporción y sus relativas forman la base del protocolo de diseño bio-arquitectónico, ofreciendo una matriz natural para la evolución del espacio y la forma directamente alineados con el movimiento preferido por la vida y los organismos vivientes.
La gráfica clásica del hombre ideal de Leonardo es bien conocida y apunta a un reconocimiento del armónico proporcional inherente en el cuerpo humano. Puede haber sido ésta la inspiración visual para el trabajo pionero del cirujano plástico californiano Dr. Stephen Marquardt al revelar que debajo de la percepción de la belleza perfecta en la cara humana se halla una precisión proporcional basada en el phi. El recogió fotografías de rostros de todo el mundo considerados bellos y empezó a medir sus dimensiones. La proporción de oro estaba por doquier, evidenciándose en la relación entre todos los elementos y rasgos de la cara.
Las bocas de las personas ‘Bellas’ eran 1.618 (proporción de oro cuantificada) más anchas que sus narices y la nariz misma era 1.618 veces más ancha que la punta de sus narices. Antes de mirar en el espejo y empezar a medirte el rostro neuróticamente, vale la pena mencionar que la naturaleza ama aproximarse, en movimiento juguetón hacia el alineamiento de todas las energías para manejar el cambio manteniendo a la vez un promedio sano y atractivo en general.
Otro estudio muy revelador que vale mencionar aquí es el que llevaron a cabo los científicos y los matemáticos que fueron a una misión de descubrimiento en la selva sudamericana. Se les dio la misión de talar un árbol y hacer un estudio detallado del mismo, ingresando los datos en su programa de computadora a fin de mapear con exactitud la geometría fractal/algoritmo de ramificaciones del árbol. Luego eligieron un área circundante de la selva y procedieron a medir todos los árboles contenidos en esa área, concentrándose principalmente en el ancho de los troncos. Descubrieron que los datos específicos de la geometría fractal del árbol talado y medido espejeaba con exactitud la distribución de los diversos grosores de los árboles del área estudiada.
Otro estudio muy revelador que vale mencionar aquí es el que llevaron a cabo los científicos y los matemáticos que fueron a una misión de descubrimiento en la selva sudamericana. Se les dio la misión de talar un árbol y hacer un estudio detallado del mismo, ingresando los datos en su programa de computadora a fin de mapear con exactitud la geometría fractal/algoritmo de ramificaciones del árbol. Luego eligieron un área circundante de la selva y procedieron a medir todos los árboles contenidos en esa área, concentrándose principalmente en el ancho de los troncos. Descubrieron que los datos específicos de la geometría fractal del árbol talado y medido espejeaba con exactitud la distribución de los diversos grosores de los árboles del área estudiada.
En términos sencillos, el patrón de toda el área fue mapeada en forma fractal en un solo árbol, mostrando que la parte contiene la información necesaria para describir el todo. Esta cantidad de referencia contextual es asombrosa y apunta a la capacidad de la naturaleza y de las formas naturales de almacenar y distribuir la información sin esfuerzo a cualquier escala.
No podemos decir con certeza por qué es que los patrones que se repiten en distintas escalas son agradables al ojo (y al cerebro/cuerpo). Hay muchas teorías, la mayoría de las cuales apuntan a la propuesta razonable de que los fractales son intrínsecamente satisfactorios a la mente humana. Cuando vemos o percibimos una escena que consiste de estructuras y arreglos fractales, nuestra mente responde a los patrones complejos, repetitivos, auto-semejantes, crecientes–decrecientes.
La experiencia visual del contexto rico en armónicos fractales crea un proceso de percepción que genera substancias bioquímicas que manifiestan sentimientos de salud, felicidad y bienestar. Cuando la mente, que es en esencia el proceso de regular el flujo de energía e información, se libera de las rígidas limitaciones creadas por las escalas de cajón, puede moverse a voluntad a través de las puertas de la percepción.
No podemos decir con certeza por qué es que los patrones que se repiten en distintas escalas son agradables al ojo (y al cerebro/cuerpo). Hay muchas teorías, la mayoría de las cuales apuntan a la propuesta razonable de que los fractales son intrínsecamente satisfactorios a la mente humana. Cuando vemos o percibimos una escena que consiste de estructuras y arreglos fractales, nuestra mente responde a los patrones complejos, repetitivos, auto-semejantes, crecientes–decrecientes.
La experiencia visual del contexto rico en armónicos fractales crea un proceso de percepción que genera substancias bioquímicas que manifiestan sentimientos de salud, felicidad y bienestar. Cuando la mente, que es en esencia el proceso de regular el flujo de energía e información, se libera de las rígidas limitaciones creadas por las escalas de cajón, puede moverse a voluntad a través de las puertas de la percepción.
No es que los espacios cúbicos regulares u ortogonales sean “malos” para nosotros; a menos que hayan sido diseñados específicamente para que así sean. De hecho las proporciones son las “correctas” cuando se puede derivar una reacción positiva estando en ellas, incluso si no se basan necesariamente en los armónicos del phi. Más bien, cuando todos los elementos de diseño se presentan en cualquier forma fractal, es cuando el efecto es sentido y es beneficioso.
Así pues al diseñar y crear un espacio basado en la geometría fractal de la naturaleza, figuras nido, formas y proporciones en una construcción física, nuestros sentidos se activan en forma integrada holística que agrada a nuestro cerebro y cuerpo. Esta fluidez sensoria facilita la generación y la experiencia de nuestros sentimientos que son la base de la salud y la felicidad. Si extendemos este mismo principio a los otros reinos de la percepción sensorial, por ejemplo la forma general del espacio, la calidad de la luz y el uso del color, la textura de los materiales, los sonidos, podemos aumentar y mejorar radicalmente su efecto fisiológico y psicológico.
Cual recién nacidos, ávidos de desarrollarnos y evolucionar, nuestro cableado duro y suave nos atrae al rostro y pechos de nuestra madre, percibidos como simetrías geométricas fractales. Esta atracción es absolutamente vital para la emergencia óptima de la consciencia, la atención consciente y la inteligencia. Como extensión de este instinto innato, nos vemos naturalmente atraídos a fijar la atención y enfocarnos en formas curvas, naturales y en estructuras fractales.
Si a esto agregamos el potencial fractal del tiempo y del espacio, podemos generar un movimiento generador para la emergencia, donde el ritual enfocado y la intención son operaciones de simetría nodal que anclan todo el proceso en una forma especialmente atractiva para la vida. Se amplifica más aún cuando se suman otros que comparten el proceso, el perfil energético eventual del espacio se enriquece en términos de todos los campos de información que pueden incrustarse y danzar dentro del espacio en forma no destructiva.
Hay muchos ejemplos de estructuras y obras de arte del pasado que incorporaron estos elementos en una danza de resonancia fractal; desde los antiguos espacios para congregar, las catedrales góticas y los templos indios hasta la joyería, alfarería y la pintura. Cuando los elementos se juntan en forma natural y de conformidad con las formas fractales de vida, el resultado se puede describir como algo bello y sanador. Hemos observado este potencial muchas veces en los hogares y espacios de vida diseñados aplicando estos principios y sus habitantes han reportado reacciones y experiencias muy positivas al vivir y moverse en ellos.
Se ha definido a la Bio-arquitectura como el arte y la ciencia de diseñar y construir espacios que crean, soportan y mejoran la vida y los organismos vivos. En este sentido parecería que existe una sólida base para esta definición, por lo menos en cuanto a cómo nuestras mentes responden a la figura, forma y a los patrones integrados de espacio.
Sea como sea, continuaremos ayudando a la gente a tocar y manifestar su “Sueño-Hogar”, aplicando todas nuestras destrezas y capacidad para percibir y jugar.
Sea como sea, continuaremos ayudando a la gente a tocar y manifestar su “Sueño-Hogar”, aplicando todas nuestras destrezas y capacidad para percibir y jugar.